VIEJO PARAGUAS.
Francisco Urrea
Pérez
Hoy vacila el aguacero. Puedo sepultar en el día
plomizo mi disipación.
Me embriago leyendo en tus manos mi destino, caminado
por ese puerto al que llegué alguna vez sin saberlo.
¿Y quién eres?, voy a decírmelo. Pero, es que, ¡son
tantas tú a la vez!
Han pasado los sueños y, sin verte, cada día sé más de
ti. Cada día me sumerjo en ti buscándome.
Te encuentro en las estancias que frecuentabas, en los
espejos que no grabaron tu rostro sino que se enamoraron de ti y también, como
yo te buscan.
Hay algunas alegrías presentes en tu encanto. Hay tristezas
envueltas con madrugadas y tus pasos, a ritmo de toda tú, vienen hacia mí y pasan de largo como un extraviado tren.
Estamos en la misma ciudad y sé dónde encontrarte; prefiero
esperar a cruzarme contigo en alguna de nuestras calles.
Y aún no llueve y quiero que llueva. Quiero que llueva
para ir con mi paraguas bajo la lluvia y en tu compañía imaginaria gozarme la
ciudad.
Quiero embriagarme con el viejo RON pero desde que no
supe más de ti, no bebo; me guardo para cuando te encuentre, quizá en algunos
de mis sueños.
No guardo ninguna imagen tuya en fotografías. No tengo
ningún objeto de ti y nunca quise quedarme con alguno sin tu consentimiento.
Hoy, que el aguacero se anuncia fui a buscar el
paraguas y lo encontré y con él te encontré a ti. Ese viejo paraguas lo
comparamos y lo compartirnos tantas veces en los inviernos tomados de la vida y
con toda felicidad.
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