ME VISITA LA MUERTE
Francisco Urrea Pèrez
No me sorprendió; más bien,
en medio de la fiebre y de la cercana realidad, observé mi entorno y mi mundo.
Miré a ver si el sentimiento por mí mismo en esta despedida me tocaba el alma.
Miré a ver si el sentimiento por mí mismo en esta despedida me tocaba el alma.
Y sí. Hice un viaje por los
nuevos tiempos. La vida sin mí.
Quizá el mayor desierto que debo
cruzar y solo. Mejor, acompañado por las fuentes que se secarán con mis ojos.
Mis pasos se soportan en los
posibles amores cercanos, lejanos o imaginarios.
Me gusta la música de piano
y de órgano. Tal vez quisiera hacerme asistir por ellas.
Los amores cercanos, los que
dan las usanzas de la familia y de la sociedad de obligatorio tránsito.
Los amores lejanos,
ciertamente aquellos que no se dejaron conocer o que los abrigó el silencio hasta
incendiarlos.
Los amores imaginarios, con
los que vibró mi existencia, aun siendo palpables, esto es, en la certeza de amar y ser amado y recibir alegría
y esperanza, con el sabor del “para siempre”, con el tacto de almas en dimensiones conocidas y
echadas al fuego de la eternidad.
¡Me voy! Quiero irme como vine; con la sorpresa de abrir
los ojos a la vida y con el asombro de ver sin la mirada, que no es más que todo
el sentir de mis sentires lanzados al abrazo frío de quien vino a cortejar mi paso por la existencia.
20/12/18
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